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Ser Feliz es Cuestión de Voluntad --- Redes (483)

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¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios?

Científicos de Oxford investigan la estructura cerebral que aloja la creencia religiosa - Y Einstein aviva el debate desde la tumba

MÓNICA SALOMONE 20/05/2008
Diario El País

Si usted cree en Dios o, en general, en alguna forma de ente místico, sepa que la inmensa mayoría de la humanidad está en su mismo bando. Si por el contrario no es creyente, es usted, en términos estadísticos, un raro. Si la demostración de la existencia de Dios se basara en el número de fieles, la cosa estaría clara. No es así, aunque en lo que respecta a este artículo eso es, en realidad, lo de menos. Creyentes y no creyentes están divididos por la misma pregunta: ¿Cómo pueden ellos no creer/creer (táchese lo que no corresponda)? Este texto pretende resumir las respuestas que la ciencia da a ambas preguntas.



Los físicos están pletóricos este año porque gracias al acelerador de partículas LHC, que pronto empezará a funcionar cerca de Ginebra, podrán por fin buscar una partícula fundamental que explica el origen de la masa, y a la que llaman la partícula de Dios. Los matemáticos, por su parte, tienen desde hace más de dos siglos una fórmula que relaciona cinco números esenciales en las matemáticas -entre ellos el famoso pi-, y a la que algunos, no todos, se refieren como la fórmula de Dios. Pero, apodos aparte, lo cierto es que la ciencia no se ocupa de Dios. O no de demostrar su existencia o inexistencia. Las opiniones de Einstein -expresadas en una carta recientemente subastada- valen en este terreno tanto como las de cualquiera. Sí que se pregunta la ciencia, en cambio, por qué existe la religión.

No es ni mucho menos un tema de investigación nuevo, pero ahora hay más herramientas y datos para abordarlo, y desde perspectivas más variadas. A sociólogos, antropólogos o filósofos, que tradicionalmente han estudiado el fenómeno de la religión o la religiosidad, se unen ahora biólogos, paleoantropólogos, psicólogos y neurocientíficos. Incluso hay quienes usan un nuevo término: neuroteología, o neurociencia de la espiritualidad. Prueba del auge del área es que un grupo de la Universidad de Oxford acaba de recibir 2,5 millones de euros de una fundación privada para investigar durante tres años "cómo las estructuras de la mente humana determinan la expresión religiosa", explica uno de los directores del proyecto, el psicólogo evolucionista Justin Barrett, del Centro para la Antropología y la Mente de la Universidad de Oxford.

Meter mano científicamente a la pregunta 'por qué somos religiosos los humanos' no es fácil. Una muestra: experimentos recientes identifican estructuras cerebrales relacionadas con la experiencia religiosa. ¿Significa eso que la evolución ha favorecido un cerebro pro-religión porque es un valor positivo? ¿O es más bien el subproducto de un cerebro inteligente? Sacar conclusiones es difícil, e imposible en lo que se refiere a si Dios es o no 'real'. Que la religión tenga sus circuitos neurales significa que Dios es un mero producto del cerebro, dicen unos. No: es que Dios ha preparado mi cerebro para poder comunicarse conmigo, responden otros. Por tanto, "no vamos a buscar pruebas de la existencia o inexistencia de Dios", dice Barrett.

¿Desde cuándo es el hombre religioso? Eudald Carbonell, de la Universidad Rovira i Virgili y co-director de la excavación de Atapuerca, recuerda que "las creencias no fosilizan", pero sí pueden hacerlo los ritos de los enterramientos, por ejemplo. Así, se cree que hace unos 200.000 años Homo heidelbergensis, antepasado de los neandertales y que ya mostraba "atisbos de un cierto concepto tribal", ya habría tratado a sus muertos de forma distinta. De lo que no hay duda es de que desde la aparición de Homo sapiens el fenómeno religioso es un continuo. "La religión forma parte de la cultura de los seres humanos. Es un universal, está en todas las culturas conocidas", afirma Eloy Gómez Pellón, antropólogo de la Universidad de Cantabria y profesor del Instituto de Ciencia de las Religiones de la Universidad Complutense de Madrid.


¿Por qué esto es así? Para Carbonell hay un hecho claro: "La religión, lo mismo que la cultura y la biología, es producto de la selección natural". Lo que significa que la religión -o la capacidad para desarrollarla-, lo mismo que el habla, por ejemplo, sería un carácter que da una ventaja a la especie humana, y por eso ha sido favorecido por la evolución. ¿Qué ventaja? "Eso ya es filosofía pura", responde Carbonell. Está dicho, las creencias no fosilizan.

Así que hagamos filosofía. O expongamos hipótesis: "Un aspecto importante aquí es la sociabilidad", dice Carbonell. "Cuando un homínido aumenta su sociabilidad interacciona de forma distinta con el medio, y empieza a preguntarse por qué es diferente de otros animales, qué pasa después de la muerte... Y no tiene respuestas empíricas. La religión vendría a tapar ese hueco".

Esa visión cuadra con la antropológica. La religión, según Gómez Pellón, da los valores que contribuyen a estructurar una comunidad en torno a principios comunes. Por cierto, ¿y si fueran esos valores, y no la religión en sí, lo que ha sido seleccionado? Curiosamente, señala Gómez Pellón, "los valores básicos coinciden en todas las religiones: solidaridad, templanza, humildad...". Tal vez no sea mensurable el valor biológico de la humildad, pero sí hay muchos modelos que estudian el altruismo y sus posibles ventajas evolutivas en diversas especies, incluida la humana.

También coinciden Carbonell y Gómez Pellón al señalar el papel "calmante" de la religión. "La religión ayuda a controlar la ansiedad de no saber", dice el antropólogo. "Cuanto más se sabe, más se sabe que no se sabe. Y eso genera ansiedad. Además, el ser humano vive poco. ¿Qué pasa después? Esa pregunta está en todas las culturas, y la religión ayuda a convivir con ella, nos da seguridad". Lo constatan quienes tratan a diario con personas próximas a situaciones extremas. "Es verdad que en la aceptación del proceso de morir las creencias pueden ayudar", señala Xavier Gómez-Batiste, cirujano oncólogo y Jefe del Servicio de Cuidados Paliativos del Hospital Universitario de Bellvitge.


Por si fueran pocas ventajas, otros estudios sugieren que las personas religiosas se deprimen menos, tienen más autoestima e incluso "viven más", dice Barrett. "El compromiso religioso favorece el bienestar psicológico, emocional y físico. Hay evidencias de que la religión ayuda a confiar en los demás y a mantener comunidades más duraderas". La religión parece útil. Eso explica que el ser humano "sea naturalmente receptivo ante las creencias y actividades religiosas", prosigue.

Naturalmente receptivos. ¿Significa eso que estamos orgánicamente predispuestos a ser religiosos? ¿Lo está nuestro cerebro? En los últimos años varios grupos han recurrido a técnicas de imagen para estudiar el cerebro en vivo en "actitud religiosa", por así decir. "Son experimentos difíciles de diseñar porque la experiencia religiosa es muy variada", advierte Javier Cudeiro, jefe del grupo de Neurociencia y Control Motor de la Universidad de Coruña. Los resultados no suelen considerarse concluyentes. Pero sí se acepta que hay áreas implicadas en la experiencia religiosa.

En uno de los trabajos se pedía a voluntarios -un grupo de creyentes y otro de no creyentes- que recitaran textos mientras se les sometía a un escáner cerebral. Al recitar un determinado salmo, en los cerebros de creyentes y no creyentes se activaban estructuras distintas. No es sorprendente. "Se da por hecho", explica Cudeiro; lo mismo que hay áreas implicadas en el cálculo o en el habla.

La pregunta es si esas estructuras fueron seleccionadas a lo largo de la evolución expresamente para la religión. Cudeiro no lo cree. "La experiencia religiosa se relaciona con cambios en la estructura del cerebro, y neuroquímicos, que llevan a la aparición de la autoconciencia, el lenguaje... cambios que permiten procesos cognitivos complejos; no son para una función específica". O sea que la religión bien podría ser, como dice Carbonell, un efecto secundario de la inteligencia.


Otros estudios de neuroteología han estudiado el cerebro de monjas mientras evocaban la sensación de unión con Dios, y de monjes meditando. Uno de los autores de estos trabajos, Mario Beauregard, de la Universidad de Montreal, aspira incluso a poder generar en no creyentes la misma sensación mística de los creyentes, a la que se atribuyen tantos efectos beneficiosos: "Si supiéramos cómo alterar [con fármacos o estimulación eléctrica] estas funciones del cerebro, podríamos ayudar a la gente a alcanzar los estados espirituales usando un dispositivo que estimule el cerebro ", ha declarado Beauregard a la revista Scientific American.

Lo expuesto en este texto sugiere que la cuestión no es tanto por qué existe la religión, sino por qué existe el ateísmo. Con todas las ventajas de la religión, ¿por qué hay gente atea? "El ateísmo actual es un fenómeno nuevo y queremos investigarlo, sí", dice Barrett por teléfono. ¿Tiene que ver con el avance de la ciencia, capaz de dar al menos algunas de esas tan buscadas respuestas? Varios estudios indican que, en efecto, los científicos son menos religiosos que la media. Pero hay excepciones; los matemáticos y los físicos, en especial los que se dedican al estudio del origen del universo -¡precisamente!-, tienden a ser más religiosos. No hay consenso sobre si un mayor grado de educación, o de cociente intelectual, hace ser menos religioso. "El ser religioso o no seguramente depende de muchos factores que aún no conocemos", dice Barrett.

"Las supersticiones más infantiles"

Las opiniones de Albert Einstein sobre el hecho religioso han sido objeto de polémica entre los expertos. Una carta inédita que remitió al filósofo Eric Gutkind en 1954 muestra ahora al genio más escéptico. Los siguientes son extractos de la misiva, publicada por The Guardian.(...) 
"La palabra Dios, para mí, no es más que la expresión y el producto de las debilidades humanas, y la Biblia una colección de leyendas dignas pero primitivas que son bastante infantiles. Ninguna interpretación, por sutil que sea, puede cambiar eso (para mí). Tales interpretaciones sutiles son muy variadas en naturaleza, y no tienen prácticamente nada que ver con el texto original. Para mí, la religión judía, como todas las demás religiones, es una encarnación de las supersticiones más infantiles. Y el pueblo judío, al que me alegro de pertenecer y con cuya mentalidad tengo una profunda afinidad, no tiene ninguna cualidad diferente, para mí, a las de los demás pueblos. 
Según mi experiencia, no son mejores que otros grupos humanos, si bien están protegidos de los peores cánceres porque no poseen ningún poder. Aparte de eso, no puedo ver que tengan nada de escogidos.Me duele que usted reivindique una posición de privilegio y trate de defenderla con dos muros de orgullo, uno externo, como hombre, y otro interno, como judío. Como hombre reivindica, por así decir, estar exento de una causalidad que por lo demás acepta, y como judío, el privilegio del monoteísmo. Pero una causalidad limitada deja de ser causalidad, como nuestro maravilloso Spinoza reconoció de manera incisiva, seguramente antes que nadie. Y las interpretaciones animistas de las religiones de la naturaleza no están, en principio, anuladas por la monopolización. Con semejantes muros sólo podemos alcanzar a engañarnos (...) a nosotros mismos, pero nuestros esfuerzos morales no salen beneficiados. Al contrario (...)".


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El incidente - Crítica de la peli

Posted by Daniel on 17:26 in

El incidente (The Happening)
Nota media: 5,3 Pasable
Año/País: 2008 /
Director: M. Night Shyamalan
Reparto: Mark Wahlberg, Zooey Deschanel, John Leguizamo, Ashlyn Sanchez, Betty Buckley, Spencer Breslin, Robert Bailey Jr., Jeremy Strong, M. Night Shyamalan
 
MI NOTA:
Le pongo 10 porque no es justo que la "media" de esta película sea un 5.... es que es injusto! (Nota: esta media se trata de la obtenida por puntuación de los usuarios de http://www.filmaffinity.com)
En condiciones "normales" le pondría 8,5 - 9..... pero hay que "subirla" señores!!

Tal vez no te deje sin aliento, tal vez no es redonda, tal vez.... no es lo que esperabas... pero....es una película muy buena. Por ejemplo: "Los pájaros de Hitchcock" la he visto 2 o 3 veces y esta puede ser tan buena como la otra. ¿O es que Los Pájaros es espectacular? o su final era "sorprendentemente bueno"... pues no.

Esta película es muy original (ahora lo explico)... quitando las alabanzas al suspense (ya comentadas)... diré que es una película hecha para reflexionar (tiene vistas pedagógicas). Claro que hay quienes entiende el cine (sólo) como espectáculo. Sin embargo también es arte y se agradece que este director así lo piense y siga haciendo películas con jugo.

AHORA MI INTERPRETACIÓN (EN SPOLIER CLARO):
NO LEER SI NO HAS VISTO LA PELI 
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spoiler:
En mi opinión (como la de otra compañera por aquí: Saraaras) es que las plantas reaccionan al miedo que, como sabemos, es la fuente de la agresividad y a fin de cuentas la agresividad de los humanos a nivel ecológico (provocando desastres que todos conocemos) es de la que se defienden (reactivamente) las plantas... (unos de los seres vivos más antiguos del planeta y que, por supuesto nos sobrevivirá como especie).

Lo que voy a comentar no se hace evidente justo hasta el final.... de manera que el misterio no se desvela demasiado pronto (como dicen algunos) sino que hasta que no salen de la casa los "queridos" no podemos asegurar la hipótesis final:

La pareja se salva porque ha dejado de tener miedo (que las plantas lo "huelen" como los perros) y no porque el ataque "fortuitamente" se acabe. Se acaba porque se acaba el miedo. La gente que sobrevive son la gente que sobrevivió al miedo y que llegaron por fin a la esencia humana: el AMOR (en términos generales). Por eso muere la vieja (fóbica perdida) y no ellos.... y curiosamente no son conscientes, creen que simplemente acabó. Y no son conscientes porque si lo dijeran se estropearía lo más importante de la peli: QUE LLEGUES TÚ MISMO A LA CONCLUSIÓN.

MENSAJE DE LA PELÍCULA (desde mi punto de vista):
...debemos dejar de tener miedo, dejar de pensar mal ni vivir sin respetarnos unos a otros... no olvidar que el planeta es un sistema del que formamos parte y es superior a nosotros.... debemos concentrarnos en ser más afectuosos y sensibles en general... de lo contrario.... nos podremos extinguir como especie pues las consecuencias de nuestra falta de criterio, de responsabilidad, etc... nos pasará factura... hay que madurar o viviremos en nuestras carnes la selección natural del amigo Darwin.

De esta manera, la película, bien entendida, es un recurso fabuloso para sensibilizar a jóvenes y adultos respecto a la importancia de preservan el ecosistema aludiendo a la propia concienciación antes que apelando a la autoridad del "porque sí" o "porque está de moda". Lo que pasa que primero hay que haber comprendido la esencia del mensaje.

Si estás de acuerdo conmigo, invita a unos amigos a verla y haz el experimento con ellos!!
Quedarás muy bien :)
;)

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‘Romper el hechizo’, de Daniel C. Dennett

Posted by Daniel on 17:17 in , , , ,
Hola amigos,
 
Os traigo un comentario sobre un libro muy interesante "Romper el hechizo" de Daniel Dennett. Este libro que ya terminé de leer hace unos cuatro o cinco meses es una lectura muy enriquezedora. Para que sepáis algo más de éste os dejo un comentario que he encontrado en un estupendo blog.
 
Por cierto, más que éste me gustó "El espejismo de dios" de Richard Dawkins, al que tambien se hace mención en este comentario.
Un saludo a to2
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‘Romper el hechizo’
Daniel C. Dennett
En una época en la que el laicismo intenta desplazar a la religión del ámbito público (reconocimiento del matrimonio homosexual, investigación biomédica, Educación para la Ciudadanía) y en la que numerosos libros sobre el ateísmo pueblan las listas de las novedades literarias, la lectura de Romper el hechizo es interesante en sí misma, se mantenga una posición creyente, agnóstica o atea. Porque el libro vindica el ateísmo, sí, pero el apabullante despliegue de teorías presentado por Daniel C. Dennett es capaz de enriquecer a toda clase de lector. 
 
Esto es posible porque, siendo realistas, la mayoría de gente que se declara creyente o atea en el fondo declara lo mismo: una llaneza argumental que denota una reflexión muy superficial sobre su postura. No digamos ya el agnóstico: dice no estar seguro de nada, algo ya integrado en cualquier posición intelectual seria, así que se ahorra el tener que tomar partido, el tener que pensar, y se limita a soltar una perogrullada. De este modo, poco importará al lector abierto de mente y honesto consigo mismo qué idea preconcebida tenga sobre la religión o la fe en general para abordar Romper el hechizo: porque nunca pensará igual un ateo o un creyente después de leer este libro, se mantenga luego o no en su posición original. 
 
Y es que Daniel C. Dennett (Boston, 1942) es un filósofo de Harvard bien distinto de la mayoría de filósofos, aquéllos que esconden sus opiniones arbitrarias (respaldadas, además, por momias del pensamiento) tras un pomposo lenguaje. Dennett, por el contrario, se explica con claridad y cercanía, y además se ha preocupado de estudiar a fondo múltiples materias científicas para dar cuerpo a sus tesis, como las ciencias cognitivas, la inteligencia artificial o la memética, incluso ofreciendo a la comunidad científica significativos aportes en cuanto a la significación actual del darwinismo. En definitiva, la filosofía que practica Dennett es una filosofía ligada a la investigación empírica, la que en el próximo siglo revolucionará el conocimiento incluso en ámbitos que hace poco parecían exclusivos de las disciplinas humanistas.
 
Romper el hechizo intenta arrojar un poco de luz a preguntas peliagudas. ¿Por qué y cómo se originó la religión desde el punto de vista de la psicología evolutiva? ¿Por qué significa tanto para la gente? ¿Por qué somos capaces de matar o morir por ella? ¿Aporta más beneficios que obstáculos? ¿Debe de ser erradicada, como se hace con las sectas destructivas o las ideologías neonazis, o debe de ser respetada simplemente porque muchos individuos la respaldan?
 
Lo más destacable en Romper el hechizo quizá sea su estilo. No sólo despliega un estilo accesible, divulgativo, sumamente entretenido, sino también mantiene unas formas respetuosas con todo tipo de lector. Si esto último es un defecto o una virtud, ya es una opinión muy personal. A mi modo de ver, pese a que Dennett no hace más que exponer ideas y teorías bastante conocidas por los lectores aficionados a la divulgación científica, pese a su tono comedido, casi tibio, admito que su exposición está muy bien razonada y fundamentada. Su libro no ofenderá a creyentes: incluso podrá ayudarles a cuestionar sus ideas. Dennett es persuasivo, rodea al lector, tratar de empatizar con él, tal y como lo hacía el popular Carl Sagan en sus obras. Para los ateos como un servidor, sin embargo, Romper el hechizo sabe a poco (El espejismo de Dios, de Richard Dawkins, aparecido casi simultáneamente, continuará ofreciendo mi formato predilecto en este sentido: el batallador, el excesivo, el contrapunto a las miles de obras de signo contrario: no en vano, la estrategia de publicidad de El espejismo de Dios era una imagen de las Torres Gemelas bajo la que se leía: ¿te imaginas un mundo sin religión? Demagógico, sí, pero también honesto y valiente.)
 
Y es que Dennett ofrece información y poca opinión; sobre todo analiza y sopesa. Respeta la existencia de la religión (aunque sólo si es un asunto de conciencia o sacristía, no algo público o político). Construye argumentaciones extraordinarias, irrebatibles. Pero, como apunté antes, para un ateo se queda a medio camino: Dawkins, en ese sentido, dedica una parte de su El espejismo de Dios a explicar brillantemente por qué hay cosas que merecen respeto y cosas que no, y por qué la religión forma parte del segundo grupo. Dennett, sin embargo, no muerde apenas: tendrá más lectores, pero quizá esté dando pábulo a posturas inadmisibles por la razón y la lógica. 
 
La parte más enjundiosa de la obra de Dennett es, sin duda, la dedicada a intentar demostrar que la gente con creencias religiosas las tienen por presión memética (por influencia cultural, por educación, por modas, lavado de cerebro de padres a hijos, etc.) y que en realidad no comprenden sus propias creencias, sólo simulan comprenderlas incluso frente a sí mismos. Y también cabe resaltar la tendencia estadounidense (de la que se hace eco Dennett) de llamar “bright” (brillante) al ateo, pues el ateísmo tiene connotaciones negativas incluso a nivel etimológico. Pero el término “bright” sólo se refiere a lo que en verdad busca el ateo: la claridad, la luz sobre las cosas que nos rodean, la comprensión, la defensa de la racionalidad escéptica y de la actitud crítica, incluso sobre las propias creencias. Los creyentes, por el contrario, prefieren por norma mantener oscuros los asuntos en torno a su propia creencia, sobre todo si estos asuntos pueden arrebatarles su fe (al igual que niños que se obstinan en dejar de creer en Santa Claus)
En definitiva, un libro bien razonado, lúcido, aunque con poco mordiente, poco agresivo con el lector medio. De obligada lectura en este tiempo convulso de neolaicos contra neocons, de creacionistas sobre darwinistas, de musulmanes contra cristianos. Un libro obligado, sobre todo, para los que leen la Biblia y llevan a la práctica sus preceptos morales. Un libro para pensar.
 
Editorial Katz, 2007
Serie Conocimiento
509 páginas
Sitio Oficial | Editorial Katz

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José Saramago contra Dios en su nueva novela: "Caín"

Posted by Daniel on 20:29 in , ,
Video original del Canal de Saramago en Youtube: http://www.youtube.com/user/FJSaramago

Recomiendo visitar el comentario de su blog: http://blog.josesaramago.org/indexesp...




Artículo de Diaro "El País"

"Saramago carga contra Dios y salva a Caín"
El Nobel portugués publicará en octubre una nueva novela sobre el célebre fratricidio bíblico
EFE - Madrid - 27/08/2009

http://www.elpais.com/articulo/cultur...

José Saramago vuelve a ocuparse de la religión en Caín, su nueva novela, que la editorial Alfaguara publicará previsiblemente a mediados de octubre, en la que redime a su protagonista del asesinato de Abel y señala a Dios "como el autor intelectual al despreciar el sacrificio que Caín le había ofrecido". Caín viajará a la Feria del Libro de Frankfurt el próximo octubre y a finales de ese mes estará en las librerías de Portugal, América Latina y España, donde ver la luz también en catalán. Será en Lisboa, en su presentación mundial, donde el Nobel hable por primera vez de su nuevo libro, pero desde su casa de Lanzarote, donde pasa el verano y ya prepara las maletas para volver a Lisboa, ha explicado a través del correo electrónico que lo que ha querido decir con Caín es que "Dios no es de fiar. ¿Qué diablos de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín?".
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Casi 20 años después de su discutido libro El evangelio según Jesucristo, que fue vetado por el Gobierno portugués para competir por el Premio Europeo de Literatura, el Nobel luso hace un irreverente, irónico y mordaz recorrido por diversos pasajes de la Biblia pero no teme que vuelvan a crucificarle. "Algunos tal vez lo harán -explica Saramago-, pero el espectáculo será menos interesante. El Dios de los cristianos no es ese Jehová. Es más, los católicos no leen el Antiguo Testamento. Si los judíos reaccionan no me sorprenderé. Ya estoy habituado. Pero me resulta difícil comprender cómo el pueblo judío ha hecho del Antiguo Testamento su libro sagrado. Eso es un chorro de absurdos que un hombre solo sería incapaz de inventar. Fueron necesarias generaciones y generaciones para producir ese engendro".

José Saramago no considera este libro su particular y definitivo ajuste de cuentas con Dios -"las cuentas con Dios no son definitivas", dice-, pero sí con los hombres que lo inventaron. "Dios, el demonio, el bien, el mal, todo eso está en nuestra cabeza, no en el cielo o en el infierno, que también inventamos. No nos damos cuenta de que, habiendo inventado a Dios, inmediatamente nos esclavizamos a él", explica el autor. Niega que la cercanía de la muerte, hace ahora un año debido a su enfermedad, le hiciera pensar más en Dios. "Tengo asumido que Dios no existe, por tanto no tuve que llamarlo en la gravísima situación en que me encontraba. Y si lo llamara, si de pronto él apareciera, ¿qué tendría que decirle o pedirle, que me prolongase la vida?".

Y continúa Saramago: "Moriremos cuando tengamos que morir. A mí me salvaron los médicos, me salvó Pilar (su esposa y traductora), me salvó el excelente corazón que tengo, a pesar de la edad. Lo demás es literatura, y de la peor". Hace un año, el escritor sorprendió a sus lectores por la ironía y el humor que destilan las páginas de El viaje del elefante (Alfaguara) y que ahora vuelve a con Caín. Para él es un misterio. Y reflexiona: "No fue deliberado ni premeditado, la ironía y el humor aparecen en las primeras líneas de ambos libros. Podía haberlo contrariado e imprimirle un tono solemne a la narrativa, pero lo que está me vino ofrecido en una bandeja de plata, sería una estupidez rechazarlo".

El escritor empezó a pensar en Caín hace muchos años, pero se puso a escribirlo en diciembre de 2008 y lo terminó en menos de cuatro meses. "Estaba en una especie de trance. Nunca me había sucedido, por lo menos con esta intensidad, con esta fuerza", rememora. Saramago, que una vez escribió que "somos cuentos de cuentos contando cuentos, nada" y así sigue viéndose, escribe más y más rápido que nunca (tres libros en un año), quizás como la mejor manera de seguir vivo. "Es verdad. Tal vez la analogía perfecta sea la de la vela que lanza una llama más alta en el momento en que va a apagarse. De todos modos, no se preocupen, no pienso apagarme tan pronto", sentencia. En su blog (blog.josesaramago.org ) aparece hoy el anuncio de la nueva novela, una suerte de tráiler del libro y una carta de la presidenta de la Fundación Saramago, Pilar del Río, en la que anuncia a los lectores del Nobel que este Caín no les dejará indiferentes.

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Artículo: Indisciplina, ¡Sálvese quien pueda!

Posted by Daniel on 21:47 in , , ,




N.º 41
JUNIO 2006
10














INDISCIPLINA: ¡SÁLVESE QUIEN PUEDA!




N
i en la LOGSE ni en la LOE queda expuesta alusión alguna a la disciplina como parte fundamental, como medio y como resultado de la educación del alumno en su proceso de convertirse en persona. Esto es un error inmenso y parece que ni se sospecha su ausencia (lo que es peor).





Las diferentes instituciones no llegan a un acuerdo sobre cómo orientar el sistema educativo y parece que nadie asume el papel que le toca. La víctima: el joven.


La disciplina no debería tener connotaciones negativas, como más de uno podría pensar, sino que es, por parte del educador, un recurso importantísimo de metodología pedagógica y, por parte del educando, un deseable fin: la autodisciplina. La disciplina no es la pérdida de libertad para cumplir con los deseos de la autoridad. En realidad, es un medio para potenciar el aprendizaje y para hacernos realmente libres, pues aquel que tiene autodisciplina se puede liberar de esclavitudes como el capricho, la pereza o el conformismo; tiene en su mano un poder de valor incalculable: hacer lo que se propone, cumplir sus ilusiones, ir en busca de sus deseos y, este camino, desde luego, hace de la persona un ser satisfecho de sí mismo, más feliz.
De esta manera, tenemos dos formas de entender la disciplina: la primera es el recurso que puede aplicar el educador y que permite hacer más provechoso el aprendizaje del alumno en su periodo formativo (desde la Educación Primaria hasta donde tenga la fortuna de llegar) y la segunda la asimilación de la propia disciplina por parte del alumno, que la podemos llamar autodisciplina. Hablemos de la primera forma: la disciplina aplicada por el educador.

Qué es la disciplina aplicada por el educador
Tal vez, lo primero sería aclarar que educador es aquella persona (significativa en la educación del alumno) que, a través de su comportamiento (incluido lo que dice), transforma la experiencia de otra persona, la guía y la orienta. Así, un educador no sólo es el maestro o el profesor, sino también lo son, en gran medida, los padres y/o tutores del alumno; dejaremos otras influencias en la formación del alumno para otra ocasión (amigos, televisión, etcétera). Son, entonces, estas dos instituciones (educadores públicos y padres) los encargados de aplicar la disciplina como parte indispensable de la educación de nuestros hijos.
Aplicar la disciplina es, en líneas generales, proponer unos objetivos (límites mínimos) que hay que cumplir (por convención, necesidad o por ley); luego, marcar una serie de normas para su consecución y, a la vez, hacer una supervisión de su cumplimiento. Algunos ejemplos de disciplina son las normas que se ponen en casa (la hora de comer, de llegar a casa, horario de estudio, ducharse o hacerse la cama, etc.). Valga como ejemplo el caso siguiente: 1.- Límite/objetivo: que nuestro hijo tenga un hábito responsable sobre el horario de salidas, de dormir y levantarse temprano; 2.- Normas: Antes de las 20:30 hay que estar en casa; 3.- Supervisión (aquí es donde se comete la mayor parte de errores): aplicar consecuencias lógicas por incumplimiento de la norma o premiar, si es el caso, su cumplimiento.
Otro ejemplo de aplicación de disciplina es el cumplimiento de las normas de comportamiento (en su mayoría implícitas) que han de darse dentro de un aula. Hablemos de esta última.

Por qué hay indisciplina en el aula
Podría pensarse que las causas son complejas, pero, créanme, la educación que han recibido en sus hogares, añadiendo la falta de consecuencias lógicas (negativas, claro) para el alumno cuando supera los límites del civismo y (en el aula) los limitados recursos de los que dispone el profesor para resolver estos conflictos, son las causas por las que se mantendrá el problema de la indisciplina.




Todos piensan más en sus propios intereses que en la propia educación. Educar necesita de muchos recursos e implicación. ¿Aceptará cada parte su responsabilidad o seguiremos lanzando balones fuera?



Actualmente hay mucha confusión y desconocimiento acerca del tema de la disciplina. Por una parte, todos estamos de acuerdo con que la disciplina se ha perdido en gran medida en nuestros jóvenes y que sería deseable aplicarla frecuentemente y con convicción. Pero, por otra parte, todos evitan llevar esto a cabo: los padres dicen que eso es cosa de los profesores y éstos, por su parte, que es cosa de los padres. Entonces, todos se unen para echar las culpas al Gobierno del Estado por sus nefastas leyes educativas... y así va pasando el tiempo y nuestros jóvenes crecen en el más absoluto caos hedonista y superfluo ("en río revuelto..."), convertidos en unos caprichosos maleducados, inmaduros e irresponsables, vampiros de los derechos e ignorantes de los deberes. Así de claro.

¡Sálvese quien pueda!
¡Y qué bien se siente uno echándoles la culpa de todo a los jóvenes! Pero no nos engañemos: los irresponsables son quienes, viendo esto, no hacen nada por arreglarlo. Los jóvenes son lo que hemos hecho de ellos, queramos admitirlo o no. Y no es que ésa fuera nuestra intención, no. Nosotros no hacemos las leyes, tampoco animamos a los jóvenes a levantar la voz al profesor en clase, ni programamos lo que se proyecta por televisión... pero sí somos quienes, poniéndonos mil excusas, los dejamos solos para luego quejarnos de ellos. La dejadez y el desinterés, el egoísmo, el «arréglatelas tú», el «yo voy a lo mío», el «no es mi responsabilidad» o «no tengo tiempo», el «es tu deber» y otras actitudes más es lo que ellos han aprendido de nosotros, los responsables de su educación. Y somos incapaces de reconocernos en ellos porque eso es demasiado duro. Estos jóvenes han aprendido bien y, como es natural, nos han superado con creces, como nosotros nos superamos generación tras generación. Lo fácil que es ver la paja en el ojo ajeno...
Diría algo más: aplicar la disciplina en la educación es muy difícil, por eso que nadie quiera asumir su responsabilidad, que nadie quiera hacerse cargo de ella. Se necesita de una formación específica, no especialmente larga ni complicada, pero que pocos tienen. Por esto considero fundamental la formación de los educadores (padres y profesores) en este recurso pedagógico (la disciplina) y su inclusión en la Ley Orgánica de Educación como pilar de la metodología pedagógica. Si nadie se mueve, que nadie se queje. Quienes podemos hacer algo miramos hacia otro lado o buscamos a alguien indefenso a quien echarle la culpa.





Nos quejamos de la generación de la televisión, pero ¿quién, si no, los ha acompañado cuando estaban solos?


Que cada cual se haga cargo de su deber como educador, con aviso especial para los padres. Educar a los hijos requiere necesariamente de tiempo, paciencia y mucho amor (atención sincera hacia nuestros hijos). Así que los niños deben ser educados, primordialmente, por sus padres, para que en las escuelas se les dé luego una formación cultural y profesional por parte de maestros y profesores, que también educan, pero que no deben asumir la responsabilidad que corresponde a los padres. Convertir a los niños en personas educadas y responsables no es tarea fundamental de los profesores, sino de los padres. La falta de disciplina no es la causa de los problemas, sino el resultado de una mala educación.

Educar a los padres para educar a los hijos
Los padres tienen hijos porque pueden, no porque puedan o sepan educarlos. Y esto seguirá siendo así durante mucho tiempo, creo. De esta manera, habría que buscar el modo de formar a los padres (como educadores fundamentales) en la ineludible responsabilidad que tienen hacia sus hijos. ¿Esto es posible? Podría serlo, pero ¿quién, cuándo y cómo se va a llevar esto a cabo? Me intriga saber cuál será la solución que se le va a dar a esta problemática social que crece por días. Probablemente los resultados los veamos en el decurso de unos años: cinco, diez... no sabría decirles. ¿Será alguien capaz de coger al toro por los cuernos?



PARA SABER MÁS:
ÁLAVA REYES, M. J. (2002): El NO también ayuda a crecer: cómo superar momentos difíciles de los hijos y favorecer su educación. Ed. La esfera de los libros, Madrid.
GOLEMAN, D. (1998): Inteligencia emocional. Ed. Cairos, Barcelona.
SAVATER, F. (2004): El valor de educar. Ed. Ariel, Barcelona.








GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año V. Número 41. Junio 2006. Director: José Antonio Molero Benavides. ISSN 1696-9294. Copyright © 2006


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Artículo: Una sociedad de postadolescentes y preadultos

Posted by Daniel on 21:46 in , ,






N.º 55
MAYO-JUNIO 2008
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Una sociedad de postadolescentes y preadultos




“La juventud, pronta en temperamento, es débil de juicio.”
HOMERO


C
ualquiera de nosotros conoce o ha conocido a personas de trato especialmente complicado. Cuando esa persona no forma una parte importante de nuestra vida, basta con despreocuparse, pero si es nuestro hijo, marido, esposa, hermana, padre, jefe, novia... esto se puede convertir en un serio problema.






El caso paradigmático de persona de trato difícil o ‘personalidad imposible’ lo constituyen aquellas que pasan por un periodo evolutivo complicado: la adolescencia. Incluiríamos aquí a los preadolescentes (de 11 a 14 años aproximadamente), los propios adolescentes (15-18) y los, llamémosles así, postadolescentes, es decir, aquellos otros que viven ese periodo de nuestra vida que podría ir desde los 18 años hasta el infinito, por aquello de que la madurez no es cosa solamente de la edad. De cualquier manera, yo consideraría la edad de 22 años como el fin de la adolescencia, si bien esta datación sólo sería aplicable a sujetos que viven en una sociedad occidentalizada como la que vivimos, pues la edad que establecemos para la adolescencia no es un hecho universal.
En la actualidad, da la sensación de que vivimos en una sociedad llena de postadolescentes, y no afirmo ahora esto para referirme a la edad media de los españoles desde el punto de vista cronológico, sino a la actitud que tomamos ante la vida. En efecto; en nuestra sociedad, resulta ya un hecho innegable que las personas están adquiriendo, lenta pero firmemente, hábitos de comportamiento, actitudes e ideales propios de los adolescentes.
No hay más que ver un rato la televisión para percatarse de la notabilísima influencia que ejerce este medio de comunicación en todos nosotros y de que hace las veces de patrón y modelo de toda nuestra prole. Programas televisivos como los que pretenden resolver problemas de salud o enfrentamientos familiares son tan ridículos como la serie de dibujitos animados, convertida en cuidadora gratuita e impagable para tener a los nenes sujetos, entretenidos y calladitos mientras los padres salen a cenar a un conocido restaurante. Así nos va.
Pero, ¿cuáles son las características psicológicas básicas que definen la crisis adolescente? Los adolescentes sufren procesos de cambios físicos que muchos conocemos, pero los cambios psicológicos (emocionales y conductuales) no se reconocen normalmente, y se acostumbra a atribuirlos al 'pavo', a la falta de respeto, a la educación, etcétera. En definitiva, todos decimos que es una ‘edad difícil’, pero la verdad es que no sabemos por qué ni en qué sentido.
Para aclarar en qué consisten los cambios psicológicos normales en la adolescencia (y su relación con lo que he venido a llamar ‘postadolescencia’), creo pertinente proponer el siguiente resumen:
a) Egocentrismo: Lo podemos notar fácilmente cuando los chavales empiezan a dar un uso privado al baño, por las horas que dedica a verse en el espejo, la importancia excesiva que empieza a dar a su físico (esto es, a la apariencia en general), querer estar constantemente perfectos, aunque su visión de la estética no tenga nada que ver con la nuestra.




"Los adolescentes sufren procesos de cambios físicos que muchos conocemos, pero los cambios psicológicos (emocionales y conductuales) no se reconocen normalmente, y se acostumbra a atribuirlos al 'pavo', a la falta de respeto, a la educación, etcétera."



Así, el culto a la imagen (con ello, al cuerpo) es una de las ambiciones de esta sociedad postadolescente. Es indudable que cuidarse es imprescindible y tener una imagen satisfactoria de uno mismo es importante para hacer una valoración positiva de nosotros mismos. Ahora bien, que la imagen sea la base de nuestra personalidad y el sentido de nuestra existencia es la mejor forma de forjar bellos idiotas a base de cremas antienvejecimiento (que se aplican las chicas desde ¡los quince años!) y dietas de gurús de la nutrición. No hablemos ya del negocio que se ha montado en torno a todo tipo de cirugía que practican los ‘traficantes plásticos’ (médicos sin escrúpulos que aprovechan el notable desequilibrio emocional del paciente en su propio beneficio... económico, evidentemente). Y es que, claro, con dinero en el bolsillo, ¿para qué preocuparse por comer sano y hacer ejercicio...? Lo más directo es hacerse una ‘lipo’ y de cena prepararse un lenguado con crema de cacahuetes.
b) Desarreglos emotivos: En muchas ocasiones, los adolescentes pueden estar absolutamente irritables y, en otras, completamente inexpresivos y desinteresados. La inestabilidad emocional y la incapacidad para hacer una buena gestión de las emociones son una característica típica de los adolescentes, mas no de ellos en exclusiva. Lo que en la adolescencia es algo normal en la edad adulta es un serio problema que puede hacerse crónico (por dejadez propia o de los familiares).
Por su parte, en el que hemos llamado periodo postadolescente, las personas que aún construyen una personalidad madura están expuestas continuamente a la frustración, pues existe un desequilibrio abismal entre sus deseos y lo que realmente pueden conseguir. Quiere ser medico, pero sólo estudia para aprobar; medir 1,80, pero es bajito; tener melenas, pero el pelo comienza a caérsele; adelgazar, pero calma la angustia con barras de pan a palo seco... Existe una sutil pero desgarradora e influyente corriente de deseos insatisfechos en nuestra sociedad que provoca en quienes no saben lo que quieren desarreglos emocionales que inducen a depresiones, matrimonios acelerados, partos IKEA (tal vez me entiendan a lo que me refiero), anorexias y bulimias, niños que se pegan y se graban... y sigan ustedes, que ya sabrán.
c) Crisis de oposición, en cuanto a la necesidad que tienen de autoafirmarse, de formar un “yo” diferente al de sus padres (a los que han estado estrechamente unidos hasta ahora), con necesidad de autonomía, de independencia intelectual y emocional. Y esto por no hablar de su habilidad para convertir toda discusión en una lucha contra el poder opresor y en un canto a la libertad de los oprimidos.






En el postadolescente, lo que ocurre es que esta oposición ante una ‘autoridad’ (paternal, escolar o universitaria, de la norma social en general) se convierte en la tiranía del capricho, donde lo más importante es “lo que yo digo, lo que a mí me gusta y lo que a mí me conviene, sin que nadie tenga derecho a impedírmelo”. Pero si a esto se le une una falta casi total de responsabilidad, de compromiso, de mirar por los demás, lo que tenemos es un monstruo social enfrentado, de principio, a una realidad que, tarde o temprano, aplastará sus inmaduras pretensiones. Los padres incapaces de disciplinar a sus hijos miran hacia otro lado o culpan a otros (a sus hijos, profesores, la televisión... o lo que sea).
Sin educación ni disciplina (esto es, sin una madurez integral), el adulto no es más que un postadolescente. En los adolescentes es esperable que se den muchas contradicciones y desarreglos, pero en los adultos es, como digo, un grave problema social, familiar y personal. La angustia, la depresión, la irritabilidad, el ir contra las normas, etcétera, pueden volverse algo patológico cuando se está fuera de control, cuando se sufre por ello o se hace sufrir a los demás, cuando ese estilo de vida está tan arraigado en nosotros que nos condiciona completamente. No superar la adolescencia (en su sentido madurativo intelectual) sólo conduce a unas devastadoras consecuencias a todos los niveles imaginables.
Tristemente, no hay más que salir a la calle (¡qué digo a la calle; mire usted a su alrededor!) y comprobar cómo una gran mayoría de las personas con las que tenemos que relacionarnos cumplen, en mayor o menor medida, con las características propias de los postadolescentes.



"No superar la adolescencia (en su sentido madurativo intelectual) sólo conduce a unas devastadoras consecuencias a todos los niveles imaginables."




Las personas (incluyámonos también, ¿por qué no?) suelen pensar básicamente en sí mismas, mostrando poco o ningún compromiso hacia los demás (en lo laboral, familiar, de pareja, en la simple muestra de educación y civismo). Lo admitamos o no, lo ‘primero’ somos nosotros, nuestro placer; volcamos en el vecino la culpa, la responsabilidad de todos los males que sufrimos; buscamos la felicidad en la ausencia de compromisos, en no querer asumir unas mínimas responsabilidades; apuntamos con el dedo más rápido que un pistolero del Far-West, hacemos valer nuestra costosamente adquirida autoridad abusando de quienes dependen de nosotros en cualquier sentido... Nada ni nadie puede exigirnos responsabilidades porque sería un atentado contra nuestra ‘libertad’, valor este devaluado cuando significa sólo estar para las maduras. Muchos ‘dame’ pero pocos ‘toma’. ‘Yo, me, mí, conmigo’ son las palabras básicas del idioma egocentrado, idioma nativo de nuestra sociedad postadolescente.
Si esto lo leyera escrito por otro, me quejaría por el tono aparentemente pesimista, pero, en el fondo, creo que es mi optimismo el que me hace reflexionar tan críticamente. Y lo digo porque tengo la profunda convicción de que, ciertamente, podemos mejorar, y mucho, con no demasiado esfuerzo, pero con voluntad, con valentía, comprometidos con el futuro (y el presente). Debemos empezar por nosotros mismos, dando ejemplo... servir de modelo para no caer en la contradicción de quejarnos sin valorar antes qué actitud tenemos nosotros ante las cosas importantes. A fin de cuentas, ¿para qué la libertad, la cultura, la posición profesional y social si no nos hacemos y hacemos a los demás mejores personas? De buenas intenciones tengo los oídos llenos. ¿Seremos usted y yo, también, unos irritados e incomprendidos postadolescentes?







GIBRALFARO. Revista Digital de Creación Literaria y Humanidades. Año VII. Número 55. Mayo-Junio 2008. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2008.



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